Por francis Parker Jockey
A pesar de que Inglaterra fue la nación que actualizó las ideas de la fase temprana de la Civilización de Occidente — el período 1750-1950 — es decir, Racionalismo, Materialismo, Capitalismo, esas ideas se hubieran actualizado de otro modo, aún cuando Inglaterra hubiera sido destruida por cualquier catástrofe externa. Sin embargo, para Inglaterra esas ideas eran instintivas. Eran ideas sin palabras, más allá de las definiciones, auto-evidentes. Para las otras naciones de Europa, eran cosas a las cuales uno debía adaptarse.
El Capitalismo no es un sistema económico, sino una concepción del mundo, o, más bien, una parte de una perspectiva mundial completa. Es una manera de pensar, de sentir y de vivir, y no una mera técnica de planificación económica que cualquiera puede comprender. Es primordialmente ético y social y sólo secundariamente económico. La economía de una nación es un reflejo del alma nacional, del mismo modo que la manera en que un hombre gana su vida es una expresión subordinara de su personalidad.
El Capitalismo es una expresión del Individualismo como un principio de la Vida, la idea de cada hombre para sí mismo. Debe comprenderse que este sentimiento no es universal-humano, sino solamente una cierta etapa de una determinada Cultura; una etapa que, esencialmente, pereció con la Primera Guerra Mundial, 1914—1919.
El Socialismo es también un principio ético-social, y no un programa económico. Es la antítesis del Individualismo que produjo el Capitalismo. Su idea auto-evidente, instintiva, es: cada hombre para todos.
Para el Individualismo como principio vital, era obvio que cada hombre, al ocuparse de sus propios intereses, trabajaba para el bien de todos. Para el Socialismo como principio vital, es igualmente obvio que un hombre que se ocupe únicamente de lo suyo trabaja ipso facto contra el bien de todos.
El siglo XIX fue la época del Individualismo; los siglos XX y XXI son las épocas del Socialismo. Quien crea que se trata de un conflicto ideológico no ha comprendido nada. La misma ideología significa: racionalización del mundo en acción. Esta fue la preocupación de la fase temprana de la Civilización Occidental, 1750-1900, pero ya no llama seriamente la atención de los hombres ambiciosos. Los programas son meros ideales; son inorgánicos, racionalizados, cualquiera puede comprenderlos. Pero ésta es una época de lucha por el poder. Cada participante quiere el poder para actualizarse a sí mismo, su idea interna, su alma. 1900 no pudo comprender lo que Goethe quiso decir cuando escribió, "En la Vida, es la Vida misma lo que importa, y no un resultado de la Vida". Ya ha pasado el tiempo en el cual los hombres morían por un abstracto programa tendiente a "mejorar" el mundo. Pero los hombres siempre querrán morir para ser ellos mismos. Esta es la distinción entre un ideal y una idea.
El Marxismo es un ideal. No toma en cuenta ideas vivas, sino que considera al mundo como algo que puede ser planificado sobre el papel y luego llevado a la realidad. Marx no comprendió el Socialismo ni el Capitalismo como visiones éticas del mundo. Su comprensión de ambos fue puramente económica, y por eso los comprendió mal.
La explicación que ofreció el Marxismo del significado de la Historia fue ridículamente simple, y en esa simplicidad precisamente radica su atractivo y su fuerza. Toda la Historia del mundo no ha sido más qué el registro de la lucha de clases. Religión, filosofía, ciencia, técnica, música, pintura, poesía, nobleza, clero, Emperador, Estados Papales, guerra y política, todo esto no ha sido más que reflejos de la economía. No la economía en general, sino la "lucha" de las "clases". Lo más sorprendente de esta imagen ideológica es que fue presentada en serio, y también es curioso que fuera tomada en serio.
El siglo XX considera innecesario contradecir esta imagen histórica como visión del mundo. Ha sido suplantada y se ha unido a Rousseau. Los fundamentos del Marxismo deben, no obstante, ser expuestos, ya que la totalidad de la tendencia que lo produjo es de la clase que esta época se ve obligado a rechazar como premisa de su propia existencia.
Siendo internamente extraño a la filosofía occidental, Marx no pudo asimilar al primer filósofo de su tiempo, Hegel, y tomó prestado el método de Hegel para formular su propia imagen. Aplicó este método al Capitalismo como forma económica, con objeto de describir una imagen del Futuro de acuerdo con sus propios sentimientos e instintos. Esos instintos eran negativos hacia toda la Civilización Occidental. Perteneció a los luchadores de clase que aparecen en la correspondiente etapa de cada Cultura como una protesta contra ella. La fuerza motriz de la guerra de clases es el deseo de aniquilamiento de una Cultura.
Los fundamentos éticos y sociales del Marxismo son capitalistas. Se trata, otra vez, de la vieja "lucha" malthusiana. Mientras que para Hegel, el Estado era una Idea, un organismo con armonía en sus partes, para Malthus y Marx no había Estado, sino sólo una masa de individuos, grupos y clases ocupados en su propio interés. Hablando en términos capitalistas, todo es economía. Propio interés significa economía. Marx no discrepaba, en este plano, con los teorizantes del Capitalismo, contrarios a la lucha de clases, Mill, Ricardo, Paley, Spencer, Smith. Para todos ellos la Vida era economía, no Cultura. Para todos ellos también, era la guerra de grupo contra grupo, clase contra clase, individuo contra individuo, lo confesaran expresamente o no. Todos creían en el Comercio Libre, y no deseaban “interferencias estatales" en asuntos económicos. Ninguno de ellos consideraba a la sociedad o al Estado como un organismo. Los pensadores capitalistas no encontraban delito alguno en la destrucción de grupos e individuos por otros grupos e individuos, siempre y cuando no se infringiera el código penal. En definitiva se pensaba que, actuando así, se servía al bien común. El Marxismo es también capitalista en esto. Su ética había sobreañadido la ley mosaica de la Venganza, y la idea de que el competidor es moralmente malo, así como económicamente dañino.
El competidor de la "clase trabajadora" era la "burguesía" y como la "victoria de la clase trabajadora" era el único objetivo de toda la historia del mundo, naturalmente el Marxismo siendo una filosofía de "Progreso", se alineó con el "buen" trabajador contra el "mal" burgués. La necesidad de pensar que las cosas mejoran continuamente — un fenómeno espiritual que acompaña a todos los materialismos — era tan indispensable al Marxismo como lo fue al Darwinismo y, en general, a todo el filisteísmo del siglo XIX.
Fourier, Cabet, Saint-Simon, Comte, Proudhon, Owen, todos modelaron Utopías como el Marxismo, pero se olvidaron de hacerlas inevitables, y también omitieron convertir al Odio en el centro del sistema. Ellos usaron la Razón, pero el Marxismo es una prueba más de que el Odio es más efectivo. Incluso entonces, una de las más viejas Utopías (la de Marx fue la última en Europa, seguida sólo por la de Edward Bellamy en América) hubiera podido jugar el papel del Marxismo, pero procedían de países con más bajo potencial industrial, y así Marx tenía una superioridad "capitalista" sobre ellos.
II
En el esquema marxista, la Historia prácticamente no llegó a ninguna parte hasta que apareció la Cultura Occidental, y su tempo se aceleró infinitamente, y precisamente, con la aparición del Marxismo. La guerra de clases de cinco mil años estaba a punto de terminarse, y la Historia llegaría así a un final. La "victoria" del "proletariado" consistía en abolir las clases, pero también en implantar la dictadura. Una dictadura del proletariado implica que alguien debe sufrir ese dictado, pero ese es uno de los misterios del Marxismo, que impide que las conversaciones de los discípulos decaigan.
Cuando apareció el Marxismo, dice la teoría, quedaban sólo dos "clases", el proletariado y la burguesía. Naturalmente, debían hacerse una lucha a muerte, ya que el burgués se estaba apropiando de casi todos los productos del sistema económico, cuando no tenía derecho a nada. En cambio, era precisamente el proletario quien no obtenía nada y tenía derecho a todo. Esa reducción de las clases a sólo dos era inevitable: toda la Historia había existido sólo para traer esa dicotomía que sería finalmente liquidada por la dictadura del proletariado. Capitalismo fue el nombre dado al sistema económico en el cual la gente mala lo tomaba todo para sí, no dejando nada para la gente buena. El Capitalismo creó el proletariado por necesidad mecánica, y también mecánicamente, el proletariado estaba predestinado a aplastar a su creador. Lo que debía ser la forma del Futuro no se hallaba incluido en el sistema. Los dos slogans "expropiación de los expropiadores" y "dictadura del proletariado" se supone que lo definen.
De hecho, no era, siquiera en teoría, un plan para el Futuro, sino lisa y llanamente un fundamento teórico para la guerra de clases, dándole una exposición razonada desde un punto de vista histórico, ético y económico político. Esto está demostrado por el hecho de que en el prólogo de la segunda edición rusa del Manifiesto Comunista, Marx y Engels avanzaron la tesis de que el Comunismo podía hacerse directamente, pasando en Rusia desde el campesinado hasta la dictadura proletaria, prescindiendo del largo período de dominación burguesa que había sido absolutamente necesario en Europa.
La parte importante del Marxismo fue su exigencia de una activa, constante y práctica guerra de clases. Los trabajadores de las fábricas fueron escogidos como instrumentos para esta lucha por razones obvias: estaban concentrados, estaban siendo maltratados; así, podían ser agitados y organizados en un movimiento revolucionario para llevar a la práctica los fines completamente negativos de la tertulia de Marx.
Por esta razón práctica, el Odio se infiltra en una imagen de la Historia y la Vida, y por esa razón a los "burgueses" — simples partes mecánicas de una evolución mecánica, según Marx — se les atribuyen todas las maldades. El Odio es útil para fomentar una guerra que no ocurriría por sí misma, y con objeto de aumentar el odio, a Marx le gustaban las huelgas perdidas, que creaban más odio que las ganadas.
Sólo para servir a ese propósito de acción existen las proposiciones absurdas sobre el trabajo y la plusvalía. Marx comprendía el periodismo, y así no tenía escrúpulo alguno en decir que el trabajador manual es la única persona que trabaja, que genera valores económicos. Para esta teoría, el inventor, el descubridor, el empresario son parásitos económicos. El hecho es, naturalmente, que el tipo de trabajo manual es meramente una función de la creación de valor, que sigue a las del organizador, el administrador, el inventor. Se dio una gran importancia teórica al hecho de que una huelga podía paralizar una empresa. No obstante, como dijo el filósofo incluso una oveja podría hacer lo mismo sí se cayera dentro de la maquinaria. El Marxismo, en su afán simplificador, negó incluso un valor subsidiario al trabajo de los creadores. No tenía valor alguno; sólo el trabajo manual tenía valor. Marx comprendió la utilidad de la propaganda mucho antes de que se oyera hablar de Lord Northcliffe. La propaganda masiva, para ser efectiva, debe ser simple, y en la aplicación de esa regla Marx se mereció un premio: toda la historia es guerra de clases; toda la Vida es guerra de clases; ellos tienen la riqueza; tomémosla. El Marxismo atribuyó instintos capitalistas a las clases altas, e instintos socialistas a las clases bajas. Esto era completamente gratuito, toda vez que el Marxismo precisamente apeló a los instintos capitalistas que había acaparado toda la riqueza, y a las clases bajas se las invitaba a quitársela. Esto es capitalismo. Los sindicatos son puramente capitalistas, que se distinguen de los patronos en que venden otra clase de género. En vez de un artículo, venden trabajo humano. El sindicalismo es simplemente una realización de la economía capitalista, pero no tiene nada que ver con el Socialismo, pues sólo se ocupa de su interés. Exalta el interés económico de los trabajadores manuales contra el interés económico del patrono y el dirigente de empresa. Es simplemente Malthus con una nueva compañía. Es aún la vieja "lucha por la existencia", hombre contra hombre, grupo contra grupo, clase contra clase, todos contra el Estado.
Y, no obstante, el instinto del Socialismo excluye absolutamente toda clase de luchas entre las partes componentes del organismo. Es tal hostil al mal trato de los trabajadores manuales por sus patronos como al sabotaje de la sociedad por los "luchadores de clase". El Capitalismo se convence a sí mismo de que la "lucha por la existencia" es orgánicamente necesaria. El Socialismo sabe que tal "lucha" es innecesaria y patológica.
Entre Capitalismo y Socialismo no hay relación de verdadero y falso. Ambos son instintos, y tienen el mismo rango histórico, pero uno de ellos pertenece al Pasado, y otro al Futuro. El Capitalismo es un producto del Racionalismo y el Materialismo, y fue la fuerza rectora del siglo XIX. El Socialismo es la forma de una época del Imperialismo político, de Autoridad, de filosofía histórica, de imperativo político extrapersonal.
No se trata en absoluto de un asunto de terminología o de ideales, sino de sentimiento e instinto. En el momento en que empezarnos a pensar que una "clase" tiene responsabilidades hacia otra clase, estamos empezando a pensar "en Socialista", sin que importe el nombre que demos a nuestro modo de pensar. Le podemos llamar Budismo, esto a la Historia no le importa, pero pensaremos así. Si usamos la terminología del Capitalismo y la práctica del Socialismo, ello no es perjudicial, pues la práctica y la acción son lo que cuentan en la Vida; no palabras y nombres. La unica distinción entre tipos de Socialismo está en eficientes y deficientes, débiles y fuertes, tímidos y osados. No obstante, un Socialismo fuerte, osado y eficiente, difícilmente usará una terminología derivada de un tipo de pensamiento antitético, ya que una Vida fuerte, elevada y completa hace concordar las palabras con los hechos.
II
El Marxismo delató su procedencia capitalista con su idea de las "clases", su concepto del trabajo, y su obsesión por lo económico. Marx era judío y, como tal, se había impregnado en su juventud con la idea del Viejo Testamento de que el trabajo es una maldición lanzada contra el hombre como consecuencia del pecado. El librecambismo, o Capitalismo puro, atribuyó ese mismo valor al trabajo, considerándolo como algo de lo que debíamos liberarnos como requisito previo al disfrute de la vida. En Inglaterra la tierra clásica del Capitalismo, las ideas de trabajo y riqueza eran los polos centrales de la evaluación social. El rico no tenía que trabajar. La "clases medias" debían trabajar pero no eran pobres. Los pobres debían trabajar para poder subsistir de una semana a la siguiente. Thorstein Veblen, en su "Teoría de la Clase Ociosa” describió la actitud hacia el trabajo en la vida de las naciones del siglo XIX y sus implicaciones.
La atmósfera de la Utopía marxista se concreta en que la necesidad de que los proletarios trabajen se desvanecerá con su "victoria". Después de la "Expropiación", el proletariado ya podrá jubilarse y tener como criados a sus antiguos patronos.
La actitud hacia el trabajo no es humanamente universal, sino que es algo ligado a la existencia del Capitalismo Inglés. Nunca antes existió en la Cultura Occidental el sentimiento predominante de que el trabajo debiera ser despreciado. De hecho, tras la Reforma, los principales teólogos adoptaron una actitud positiva hacia el trabajo, describiéndole como uno de los más elevados valores, sino el más elevado. De ese periodo procede la idea de que trabajar es rezar. Este espíritu es de nuevo el predominante, y el instinto socialista considera al trabajo de un hombre, no como una maldición lanzada contra él, no como algo odioso de lo que el dinero puede librarle, sino como el contenido de su Vida, el aspecto terrenal de su misión en el mundo. La evaluación marxista del trabajo se opone completamente a la socialista.
Paralelamente, el concepto marxista de "clase" no tiene nada que ver con el Socialismo. La articulación de la sociedad en la Cultura Occidental se hizo primero en Estados. Dichos Estados eran, originalmente, espirituales. Como dijo Freidank, en los tiempos Góticos:
God Halla shapen lives three,
Boor and Knight and Priest they be
(Dios ha moldeado tres vidas,
la del rústico, la del caballero y la del sacerdote.)
No se trataba de clases, sino de rangos orgánicos. Después de la Revolución Francesa vino la idea de que la articulación de la sociedad era un reflejo de la situación del acaparamiento del dinero. El término clase se usaba para describir a un estrato económico de la sociedad. Dicho término fue definitivo para Marx, puesto que la Vida para él era simplemente economía, precisamente por estar tan saturado como él lo estaba con la perspectiva, o la visión mundial, capitalista.
Pero para el Socialismo, la posesión de dinero no es la determinante del rango en la sociedad, como tampoco lo es en un ejército. El rango social, en el Socialismo, no depende del Dinero, sino de la Autoridad. Así, el Socialismo, no conoce las "clases" en el sentido marxista-capitalista. Ve el centro de la Vida en la política y de ahí su espíritu definidamente militar. En vez de "clases", expresión de riqueza, tiene rango, concomitante de la autoridad.
El Marxismo está igualmente obsesionado con la economía, como su ambiente contemporáneo inglés. Empieza y termina con lo económico, concentrando su atención en la minúscula península europea, ignorando el pasado y el presente del resto del mundo. Simplemente quiso frustrar el curso de la Historia Occidental, y escogió la guerra de clases como herramienta para llevarlo a cabo.
Ya habían habido guerras de clases ante del Marxismo, pero esta "filosofía" inventó la teoría de que no había nada más en el mundo. La envidia ya había existido en las capas bajas antes del Marxismo, pero ahora esa envidia recibía una base ética que la convertía a ella sola en algo bueno, y a todo lo demás en malo. La riqueza fue etiquetada de inmoral y criminal; sus posesores, de archi-criminales. La guerra de clases era una competencia; y algo más que eso: fue una batalla del Bien contra el Mal, y a causa de ello más brutal e ilimitada que cualquier otra guerra. Ciertos pensadores occidentales, como Sorel, no pudieron aceptar la idea de que la guerra de clases debiera exceder todas las limitaciones del honor y la conciencia; la concepción de Sorel sobre la lucha de clases era similar a la de la guerra entre naciones, con protección para los no combatientes, reglas de guerra, trato honorable a los prisioneros. El Marxismo consideraba al adversario como un criminal de guerra de clase; como no podía ser asimilado en el nuevo sistema, debía ser exterminado, esclavizado, perseguido, aplastado.
El concepto marxista de la guerra de clases sobrepasó, pues, largamente, a la política. Política es, simplemente, actividad de poder, no actividad de revancha, de envidia, de odio o de "justicia". Otra vez comprobamos que el marxismo no tiene conexión alguna con el Socialismo, que es profundamente político, y considera a un adversario vencido como un miembro del nuevo y más amplio organismo, con los mismos derechos y oportunidades que los que ya formaban parte de él.
Otra conexión del Marxismo con el Capitalismo estriba en la tendencia a moralizar en política, convirtiendo al oponente en una persona malvada.
Finalmente, el Marxismo difiere del Socialismo en que es una religión, mientras que el Socialismo es un principio de organización política. El Marxismo tuvo su Biblia, sus santos, sus apóstoles, sus tribunales para juzgar a los heréticos, su ortodoxia y su heterodoxia, sus dogmas y su exégesis, sus sagradas escrituras y sus cismas. El Socialismo se desentiende de todo esto; lo que le interesa es conseguir la cooperación de hombres con los mismos instintos. La Ideología tiene escasa importancia para el Socialismo, y en las próximas décadas la tendrá cada vez menos.
Mientras el Socialismo crea la forma del Futuro, el Marxismo se desliza hacia el Pasado con los otros residuos del Materialismo. La misión del hombre de Occidente no consiste en enriquecerse mediante la lucha de clases, sino en actualizar su imperativo interno ético-político-Cultural.
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